sábado, mayo 01, 2010

DOS IMÁGENES, DOS BARCELONAS

Vamos a buscar comida hecha en casa. Vamos tres en un coche: uno nacido en Zaragoza, su mujer que es rusa y yo. Es una casa por Fabra i Puig con jardín y huerto, el lugar es estupendo aunque yo quitaría los pinos del patio. Nos atiende un armenio que mientras acaba de preparar la comida nos invita a comer pan ácimo con carne hecha a la brasa y a beber vodka y vino blanco. La típica hospitalidad armenia, me dicen. Dentro de una hora estaré en otra casa rodeado de peruanos, colombianos, paraguayos, palestinos, españoles... ¡Ah! y un par de brasileñas (una es mi hija).
Hace mil años recuerdo una Barcelona gris y monolingüe. Haberme quedado encantado en los ferrocarriles catalanes en un tren que iba a Plaza Catalunya oyendo hablar a un niño muy pequeño en catalán. Se hablaba, por supuesto, pero no se oía o yo al menos no lo oía en público. Recuerdo también haberme quedado escuchando a unos turistas hablar en inglés en las Ramblas. No habían muchos turistas (aunque ahora parece que lo extraño sea encontrar un nativo en el mismo lugar).
Ha cambiado tanto Barcelona que parece que sean dos ciudades diferentes.

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