sábado, junio 27, 2009

EL ALEPH

"Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.

Sentí infinita veneración, infinita lástima."

Borges, El Aleph

Cuando lo leí por primera vez en una adolescencia tardía creí comprender que la literatura es narrar omitiendo palabras. Después de leerlo había visto el universo con apenas 400 palabras.

Bueno, pues he encontrado una errata al texto.

Habla que el diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros.

Me he dado cuenta que el Aleph mide, en mi casa, unos 25x35cm.

Se llama Internet.

2 comentarios:

Hernán Galli dijo...

No, no, y no. Internet es como mirar el océano por el ojo de buey de un barco, y el aleph es como ser el océano ese que se ve.

POr cierto, Beatriz Viterbo es en realidad Norah Lange, una hermosa mujer de la que Borges se enamoró perdidamente. Cuenta la historia que una noche, Borges fue con Noraha a una fiesta, pero ésta se fue con el poeta Oliverio Girondo. Con el tiempo, Borges se quiso matar literalmente.

El aleph es un cuento de amor, tremendo, alucinante, genial. Pero esencialemente, es de amor.

(A)brazadas oceánicas!

Hilario dijo...

No sé si me convence tu analogía oceánica pero lo que es evidente es que es preciosa.
Beberé una copa de vino dentro de un par de horas a la salud de Beatriz, de Oliverio, de Borges y a la tuya.