sábado, mayo 19, 2007

Y DÓNDE DORMIRAS?

Cuando comuniqué a mi entorno que me iba a viajar, Rubén, un chaval encantador de 11 años con parálisis cerebral, fue el que me hizo la pregunta más sutil: Y dónde dormirás?
Ahora tengo la respuesta.
He dormido en hoteles de lujo, con vestidor privado y con casi tantos metros como mi piso, en hoteluchos cutres donde las paredes estaban topeteadas con los cadáveres rojizos de mosquitos (la venganza llega tarde, pero llega); en hoteles-moteles donde las parejas van por horas a lo que van; en albergues, como el de burgos, con doscientas personas con los pies llagados por el camino de santiago y solo, en una habitación nicho en nathan road, en hong kong. Hoteles con vistas desde el piso 23 a una ciudad china con smog, con vistas a paredes medianeras, con vistas a un jardín tropical o con vistas a un jardín interior con el suelo empedrado de cantos rodados formando ideogramas chinos. En hoteles situados en una avenida sucia y ruidosa moscovita y en una playa de manglares a media hora del centro del pueblo. Me he dormido oyendo el trac-trac-troc-troc (sedante, familiar) del tren antes de llegar a chita (siberia) y balanceandome en un ferry (luchando contra el mareo) en el golfo de penas, en el pacifico sur, en aviones que nunca llegan y en autobuses que recorren distancias milkilometricas con asientos de envergadura de sofa cama. Y en sofás camas de amigos que me han acogido en sus casas. Y meciendome en la hamaca lentamente por las olas del rio o por el viento. He dormido en colchones hundidos y con colchones estrenados por mi espalda. He dormido con mosquitos y con mosquitera, con arañas, hormigas, cucarachas, ranas y otros animales y no tan animales, entre cuatro paredes. Me han atendido recepcionistas jóvenes y agracidas que hablaban idomas; con recepcionistas jóvenes que no hablaban mi idioma ni ninguno de los que conozco; con recepcionistas que eran los dueños del hotel y me han dispensado un trato familiar, y con uno que eran realmente mi familia; recepcionistas que me han ofertado excursiones, cambio de moneda y otras cosas que a veces ni he entendido. Recepcionistas que me han dado la cuenta en el momento de marchar y han sonreido automaticamente y otros que me han preguntado que por qué no me quedaba más días. He dormido en hoteles caros y en alguno, como en arequipa, que me han invitado a pasar la noche gratis. He visto a veces cinco habitaciones para quedarme al final una. Me he confundido de número de habitacion (he pedido la 18 cuando en esa habitación había estado una semana antes en una ciudad diferente). Me he despertado asombrado de que el sol salga por mi derecha, por mi izquierda, por los pies... sin saber en donde estaba. En hoteles amueblados con ikea, con muebles de anticuario (y con alguno de container). Y casi sin amueblar. Al nivel del mar, en el mar, a casi 3.000 metros sobre el nivel del mar en refugios de montaña, y en el aire. Que mal se duerme en el aire si no estás en primera. Con mantas, sin sábanas (sobraba hasta la sábana), con ventilador, con la ventana abierta, con aire acondicionado (diosss, odio el aire acondicionado) sin nada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero ¡cuánto cambia la sensación de sentirte a gusto en una habitación o no!... Todo depende de a quién tengas al lado y de cómo estés dentro de ti.

Más besos,
Mariló

Hilario dijo...

Es cierto, sin embargo, cuando encuentras una habitación límpia, iluminada, con vistas hermosas... ayuda bastante.

Anónimo dijo...

Mariló tiene razón, pesa más el contenido que el continente