martes, mayo 08, 2007

EL TRANSPORTE EN EL NORESTE DE BRASIL

En teoría el transporte viene a recogernos al hotel
a las 6´30 de la mañana. Llega a las 7 pasadas.
Es una ranchera con asientos de skai. El trayecto es de una hora y media y cuesta la broma 25 reais, menos de 10 euros. Vamos apretujadas pero al menos tenemos la cabeza protegida del sol. Uno de los pasaajeros se persigna cuando ponen el motor en marcha. La segunda vez que subimos a una balsa para cruzar un rio la parte posterior de la ranchera se queda en el agua. Naturalmente el equipaje se moja y descubro que mi mochila no solo no es impermeable si no que atrae el agua cosa mala. Por aquello de murphy la ropa sucia queda seca y en cambio la limpia y los libros se empapan. Una de las conclusiones es que la editorial bruguera no editó sus libros para ser mojados. Después de media hora entre bromas y entre ideas de todo el mundo (menos uno que no habla y yo) el auto sale. Colocan todas las mochilas encima para que se sequen. Por murphy pienso que se caera la mía. Fallo en parte, se cae una pero no es mía. El que no habla resulta que no tiene problemas de personalidad, es que tiene una resaca espantosa. Paramos en camacin para pillar otro transporte, esta vez es una furgoneta, el trayecto dura 2 horas y media y cuesta 20 reais. Mientras paseo por la calle voy a hacer una foto y cruzo una calle. Un motorista se me cruza y se me cae. He atropellado a un motociclista, algo nuevo para el curriculum. Le pregunto tudo bom? y me dice que sim, pero por la cara que pone se acuerda de toda mi familia y adyacentes. La furgoneta tiene 18 asientos pero vamos unos 27. A mitad del recorrido alguien vomita. Cuando paramos el conductor esta limpiando el vómito, que solo en parte, ha caido en mi mochila.
En parnaiba un autobus de verdad, 9 reais para 4 horas de trayecto. Un letrero pone 44 pasajeros pero somos muchos más, tanto que cuando pasamos por un posible control de la policia el encargado corre las cortinillas para que desde fuera no se pueda ver. Entre jugar al master mind y hablar con un niño que se llama francisco, me autodiagnostico una hernia de hiato. Llegamos a totoia a las 19 de la noche. En total 12 horas de transporte.
Empiezo a entender porque cada vez me aburren más los desplazamientos en avión.
PS.
Al día siguiente y entre totoia y paulino neves en una camioneta nos vamos metiendo en los baches del camino que son pequeñas, y no tan pequeñas piscinas, algunas tienen más de un metro de profundidad lo que hace que por segunda vez se moje todo el equipaje. A la llegada al hotel voy pillando el tranquillo a poner todo a secar. Decididamente bruguera no pensó en la posibilidad de poner en remojo sus libros. Por otro lado empieza a ponerse de un mohoso interesante.
Por cierto entre paulino neves y barreirinhas y por solo 10 reais, durante dos horas se puede hacer un recorrido digno de un aventurero, si el trayecto anterior había piscinas, aqui hay lagunas y dunas. Al menos una vez casi nos quedamos enganchados en un arenal y casi tres en el fondo de una laguna.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ejercicio práctico de cálculo transoceánico:

a) Si hasta Totoia son 54 reais por 12 horas de transporte, resultan 4,5 reais por hora. O sea, cada hora has desembuchado 1,6284 euros.
b) Mi Bonotren de cuatro zonas cuesta 16,65 euros. Si cada viaje son 61 minutos y dispongo de 10 viajes, la hora me sale a 1,6387 euros.
c) Resultado: 1,6387 > 1,6284. Como suponía, el transporte es más caro aquí que en el Brasil.

En el programa de libros QWERTY de Barcelona TV sumergen en un cubo de agua el peor libro de la semana. El programa es malo, pero el detalle es simpático. No me preguntes por qué, pero cada vez que veo ese cubo –metálico, de los de antes– me imagino que de dentro va a salir un Bruguera Libro Amigo, pongamos ‘La vida sale al encuentro’ de José Luis Martín Vigil. El placer con que en su día leí esta novela demuestra lo bien que llegó a sorberme el coco mi catequista.

Mi currículum no te envidia. En mis tiempos imberbes –cuando aún iba corriendo a todas partes – atropellé a dos ciclomotores. Lo curioso del caso es que fue en el mismo cruce de calles y con apenas quince días de diferencia. Creo que las motos eran distintas, aunque eso no lo puedo asegurar porque no me paré a comprobarlo.

Cómo te envidio.

Fiamma dijo...

Es una obviedad lo que decís: te aburren los viajes en avión porque no podés comparar la adrenalina de que te vomiten encima a esa torpeza propia de la burguesía que encierra ser vos mismo el que vomita y , para colmo, en una prolija bolsita con ziplock.
No te quejes por lo de Bruguera... un libro vomitado sí que es irrecuperable. Sólo espero que no haya sido Carpentier !!!
Besos, desde mi estático y prolijo asentamiento.

Hilario dijo...

si,
era los pasos perdidos de carpentier,
murphy no descansa