miércoles, abril 25, 2007

PERSONAJES EN ESPAÑA

Manuel, cincuenta y pocos. Compacto, morfología cuadrada. Densidad reblandecida por el paso de los años. Médico. Amable. Atento. Canoso con mucho pelo. Y barba. Primogénito de emigrantes del sur. Lucha, desde siempre, para salir adelante. Casado dos veces, dos ex que mantener. Hijos mayores. Ayuda a uno de ellos manteniendo un consultorio. Cuatro trabajos.En una visita rutinaria al médico una mala noticia. Le dicen: No te asustes pero... El corazón. Algo de la tricúspide. Sintrón y tres meses de baja. Replanteamiento de vida: ¿Toda una vida trabajando y qué tienes? Un piso en Barcelona, una casa en Águilas... ¿Y ahora...? ¿Cuando fui feliz? Recuerda su viaje a la India, iniciatico, sin haber acabado aún la carrera; recuerda los encuentros con los amigos, preparando salidas... ¿Y ahora? En su casa tumbado, mira un canal de televisión y se duerme.
Julia es una hembra alfa, o como dicen los castizos una mujer bandera o como dirían los más cutres (entre los que me puedo incluir) una tía buena o como dicen los cutres salchicheros, que tiene un polvo (o dos).Julia, seamos objetivos, es alta, morena, de ojos grandes, labios gustosos y proporciones adecuadas. Es latina. Tiene una sonrisa cómplice y una risa de esas que parecen avergonzarse de salir. Aparte de eso tiene un niño pequeño y un marido que vive en otra galaxia y no solamente no la entiende si no que la tiene a pan y agua (no en el sentido literal, naturalmente). Que haga más de cien mil años que el Homo sapiens sapiens dejo el valle del Rift para crear una moza de estas característica y soporte este tipo de penurias es algo que clama al cielo. No es que ella sea ciega, o se conforme. Hay mocetones que le pueden hacer (y le hacen) tilín, pero su hijo, glups, ¿cuantas relaciones que no funcionan se mantienen por tener hijos pequeños? Siempre está la fantasía de que un día crecerá. Tiene unos treinta y pocos y, aunque no sé como era cuando tenía 20, seguro que ha mejorado con los años. Y probablemente aún mejorará cuando llegue a los 40. Claro que ella de eso no quiere oír ni hablar. Hace unos años como por casualidad conoció la pintura, no lo hacía mal y se metió en ello de cabeza. Como debe ser. Medio amateur medio profesional continúa su obra, las críticas, hay de todo, suelen ser positivas. Va ganando confianza en si misma y esto, más su hijo, es lo que, supongo, le ayuda a levantarse por la mañana.

Fernando tiene el pelo grisáceo, bueno, lo que le queda en los parietales y en la parte posterior, casi al cero, como los marines. Podría ser sargento de instrucción o por la edad comandante. De hecho, si te fijas bien es clavadito al Clint Eastwood, pero en calvo y con 100 años menos. De verdad, con sus arrugas de expresión, su mandíbula alzada, su cuerpo fibroso podría ser su doble. Pero no, es el electricista que viene a poner unos cables. Lleva una camiseta de algodón azul ajustada (y limpia) y unos pantalones tejanos con muchas lavadoras (y limpios) sin cinturón. Analiza la situación hablando en voz alta. ¿Por qué habrán hecho un puente en el diferencial? Si esto va a la cocina, ¿por qué la luz del cuarto de baño está en el general? Hace preguntas y la verdad, me gustaría darle alguna respuesta, así que de vez en cuando lo intento, pero él, amablemente, me la rebate y sigue con sus cuestiones ¿Dónde irá este cable? Podría ser un filósofo, un profesor de universidad que tendría a todas las jovencitas embelesadas mientras él, con sus ojos azul oscuro, mira los ventanales y plantea cuestiones más o menos similares. Me hace comprobar si se encienden las luces mientras el trastea con los interruptores. Lo cierto es que me siento bastante inútil con esta misión. Solo tengo que avisarle si se enciende. Eso si, lo digo con voz alta, clara y palabras concisas para que no haya lugar a dudas. Podría ser un diseñador de moda o un fotógrafo de estudio publicitario. Se mueve con dignidad incluso cuando se agacha a desmontar un enchufe. Habla poco, pero se va soltando. Hace calor en Madrid, parece verano. Me cuenta que con la calor todo revive. Que las mujeres feas y guapas que en invierno van así (y hace un gesto de juntar los brazos y las manos) se van quitando ropa y hasta a las feas te las miras, porque ya no están tan feas. Que es el calor. Que cuando tenía veintipocos se fue a canarias con otros a trabajar, y allí, con el calor, uf, vaya con el calor. Un compañero suyo tuvo que salir por piernas ya que le querían casar y a otro le engancharon. Y a él le siguió una hasta la península. Si es que con 13 años ya son mujercitas. Y, aclara, no es que quiera ser fanfarrón, pero es que vino y yo tenía una novia aquí y otra medio también. Y claro, ya me gustaba, pero no podía ser. Que hasta que se volvió a Tenerife llegaba al trabajo con mala cara, y mis compañeros me lo decían. Pero claro, si no dormía... Nos despedimos en la calle, es algo más alto que yo, deja en el suelo su maletín de herramientas. Su apretón de manos es fuerte pero sin romperme las falanges. Podría ser electricista.

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