jueves, marzo 22, 2007

MERCADOS, CEMENTERIOS Y LIBRERIAS DE SEGUNDA MANO

Algunos comentan que el visitar los mercados de un país o de una ciudad permite tener una idea de, no solamente lo que comen, si no del nivel del vida de la gente. La variedad de alimentos, la calidad, su precio, como están expuestos, su higiene...

Yo añadiría dos lugares más en este imaginario sociológico: Los cementerios y las librerías de segunda mano.
Los cementerios cuentan como ha sido su pasado. Más que el nivel de vida actual hablan del nivel de la muerte en otros tiempos. En Manaos, por ejemplo, se ven pequeños mausoleos del siglo XlX, más propios de europa que de la selva. También hablan de la diversidad: tumbas con minaretes, con menorahs, con cruces de San Andrés, con cruces ortodoxas... Cementerios donde las gallinas picotean entre las tumbas o donde hay palmeras en vez de cipreses.
Las librerías de segunda mano hablan del nivel cultural de un país, no solamente del momento actual (que se puede observar en la diversidad de libros recientes, su conservacion y precio), si no tambien de lo que ha sido. En Francia, en Inglaterra, en Alemania puedes encontrar libros del siglo XlX relativamente baratos, hay muchos. En España, que somos nuevos ricos, los libros de ese siglo o de principios del XX son escasos y caros.
En Belem he encontrado una librería de viejo. Se llama cultura usada, solo por ese nombre vale la pena entrar. Es un primer piso, grande y espacioso. Hay algunas secciones que están clasificados por temas. En la entrada hay una versión bilingüe del divan del tamarit y un poema mágico, la gacela del amor desesperado:

La noche no quiere venir
para que tu no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré,
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tu vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.
El día no quiere venir
para que tu no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tu vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.

Me atiende un cuarentón obeso que eructa continuamente, aunque siempre se disculpa. Me pregunta si me puede ayudar. Le pido libros de botánica. Me muestra un libro antiguo de láminas grandes con dibujos de pájaros. Es precioso, muy grande y caro. Me muestra libros que tienen poco que ver con la botánica, pero al final, debajo de un montón de libros encuentro uno de los años cuarenta sobre jardinería. La encuadernación no es original y le falta al menos una página, pero tiene unos dibujos sencillos y algo naïf. Le pago el dinero que marca pero se lamenta: ya lo había vendido. Muestra su pesar con tanto teatro que supongo que me lo quiere cobrar más caro. Lo había vendido en diciembre pero se había extraviado. Y ya estaba pagado incluso. Me despido, el me dice que espere. Mira el libro casi página por página. Está valorando algo. Cuando estoy a punto de irme, me dice, mientras vuelve a eructar, que me lo puedo quedar, que la paisajista que lo compró, no ha vuelto. Le pago lo que marca y le pido unas bolsas de plástico, afuera diluvia. Es Belem, según la lonely planet unas de las ciudades que más llueve del mundo.

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