Al levantarnos de la mesa del desayuno tomamos una pera, una manzana y un plátano por si después hay ganuza. A la mochila con todo. Andamos por entre manglares que se están formando, por playas desiertas, por lagunas llenas de pájaros; esperamos a autobuses en deshaucio mientras bebo litros de agua con gas (cosas ambas que detesto en barcelona); hablamos sobre planes de futuro, en otras latitudes y en otras riberas; jugamos al billar; paseamos por calles amodorradas por el sol y huyo de él en cualquier proyecto de sombra, pero siempre me atrapa. Regresamos al hotel y abro la mochila. La pera ha decidido madurar o suicidarse. Se ha enganchado de manera absurda a los pasos perdidos de alejo carpentier. Al libro, dos veces empapado y caido al suelo otras tantas (y desencuadernado por ello), solo le faltaba esto. Ya empieza a ser una pieza interesante de bibliófilo.
miércoles, junio 06, 2007
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3 comentarios:
Cuando vuelvas te cambio estos pasos perdidos por mi Britannica edición 1944 y la colección completa de FMR (italian edition). ¿Hace?
Hace. De todas maneras con el paso que lleva, antes aún tendrá más muescas de vida intensa cuando llegue a tus manos.
He hecho esfuerzos por no tomarlo como un ataque personal. Ya me cuata mantenerme en "mis 13".
Caveller, te he hablado de ese libro desde la primera estancia brasilianense. O te lo lees de una vez o... te lo comes con pera y todo.
Cuánto más podremos aguantar?
saludos desde una baires opaca y londinense (niebla que se corta, mi querido)
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