jueves, diciembre 14, 2006

LAS OBLIGACIONES DEL VIAJANTE

De la misma manera que uno es capaz de mal ver la national gallery por la mañana y por la tarde, sin haber aún digerido los clásicos del renacimiento, se va a ver la tate, yo hago lo mismo en el aspecto gastronómico. Voy a angelmo (puerto montt) a cumplir con mi obligación de ponerme morado de marisco y otras delicias del mar. Empiezo en un restaurant donde me dicen que la especialidad son los camarones. El plato está bien y su acompañamiento es más que correcto. Pregunto por el ceviche. Solo lo tienen de salmón y merluza, tengo entendido que el real es con congrio, así que una vez desgustado el plato pido la cuenta y me voy a otro restaurant que tenga ceviche de congrio. Una vez cumplido el deber (va por vosotras susana y lucia, que no podeis comerlo), me quedo más tranquilo. Paso por una bodega a comprar vinos chilenos. El encargado me hace pasar a una nave inmensa. Los vinos están separados por precios. Hablamos de unos y de otros, al final me quedo dos grandes reservas y un reserva. Antes de salir y al preguntarme por mi nacionalidad, me enseña a modo de gracia un freixenet, le sonrio y me marcho. Justo antes de llegar al autobus que me llevará de vuelta a argentina la bolsa se rompe y las dos grandes reservas riegan el asfalto. Serenidad y alegría, que me ha recomendado otilia. Si un poco de vino en el mantel dicen que da suerte, dos botellas de este vino ni te cuento. Así que con el convencimiento que me va a tocar la loteria, miro a ver si veo una tienda donde pueda comprarla. ¡Quiero que me toque la polla!. No veo ningún local y el autobus está a punto de irse. Queda pendiente.

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