martes, diciembre 05, 2006

FUNERALES DE ESTADO

Como he recuperado las funciones digestivas y para celebrarlo he ido a comer cordero patagónico en calafate. Bien. Y ya puestos me he ido a Puerto Natales (Chile), a ver si veo las Torres del Paine. En la aduana chilena había unos policías mirando la televisión entretenidos he pensado que era un partido de fútbol, he hecho los trámites y he visto que no era un partido, era un debate sobre si Pinochet se merecía un funeral de estado o no. Salía un señor con cara cuadrada y algo fofo, pero enérgico. Él defendía que sí, que tenia derecho, que todos los jefes de estado se lo merecen, que hay que mirar el futuro y que, ha leído una declaración de un arzobispo, hay que perdonar y saber olvidar el pasado. Joder con la iglesia, como tiene el monopolio del perdón... He mirado a los gendarmes, eran jóvenes y no tenían pinta de haber sido torturadores, pero nunca se sabe, además hay un letrero bien grande que dice los derechos de los detenidos: que han de saber de que se le acusa; que tienen derecho a comunicarse con un familiar, amigo, abogado; que si no tiene abogado el estado le proporcionara uno; que no se le puede torturar, ofrecer trato humillante... Da confianza. Sobre todo por el tamaño del cartel. ¿Qué le voy a hacer? Tengo confianza en la letra impresa. El moderador de la tertulia es un joven con la camisa desabrochada que se mueve como si fuese un concurso de buscar pareja. El señor de la cara cuadrada ha acabado acusando a uno de los participantes que seguramente, él preferiría acudir a los funerales de jefe de estado de Fidel Castro. El aludido, con corbata roja, ha sonreído. Ha salido otro participante, unos sesenta y algunos, nariz afilada, pelo canoso con ralla lateral y planchado. Ha empezado hablando de la Iliada. De como Ajax devolvió el cuerpo de su rival, en ese momento ha salido su nombre escrito abajo en la pantalla: ARIEL DORFMAN, diosssssssssss, mi Ariel. Desde que a los 23 años leí Para leer al pato Donald hasta su viaje a Atacama que leí el año pasado, todo , todo lo suyo me abruma. Genial, nada de tonterías sobre si tiene derecho o no a un funeral de estado. Ataca desde la Iliada, el de la cara cuadrada se le ha quedado mirando sin saber por donde iba a seguir. Y yo tampoco, porque el conductor me ha dicho, que ya estábamos todos y que teníamos que partir. Lástima, casi me quedo allí, en el puesto avanzado escuchando a este gran hombre.
Y aún no os he contado sobre el perito moreno, ni sobre el Chalten, glups. Pero todo llegará, está escrito.

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