viernes, septiembre 29, 2006

PERSONAJES

El señor Yen Fang me ha contado, con voz melosa, los detalles más interesantes del Palacio de Verano, la Ciudad Prohibida y el Templo del Cielo. Utiliza un castellano muy particular, a veces usa palabras que un españolito medio tendría que buscar en el diccionario, y otras comete errores en la conjugación de verbos que no haría un niño de 5 anos. Eso cuando no se equivoca y dice que había que estrujarse los senos, en vez de estrujarse los sesos. También es un poco desmemoriado, no se acuerda que se me ha presentado tres veces. Claro que nunca me ha visto. Es la voz grabada de una guía electrónica, de esas que al pasar por ciertos lugares automáticamente se conecta y te cuenta todo lo que te puede interesar. Yo, a pesar que se que debe ser un simple locutor, me lo imagino como un señor mayor, culto, educado. Con ojillos curiosos y sonrisa siempre al quite. Y la chaqueta permanente arrugada. Lo que no le soporto es que de vez en cuando pregunte en voz alta: sabría decirme el visitante por que hay una calle de tiendas en un palacio imperial? Ya se que es una pregunta retórica, pero siempre me lo veo señalándome con el dedo índice mientras que el resto de la clase espera mi respuesta.

Su nombre en ingles es Nancy, en chino me parece más bonito, o al menos más original, pero es lo que hay. Yo le doy mi nombre en chino, tapoliou. Tiene veintipocos anos, cara triangular y se quita las gafas cuando se hace una foto. Es de mediana estatura y no tiene ningún elemento que te haga fijarte en ella cuando pasas a su lado. Solo cuando te fijas en su mirada te da la sensación de que se mete en las cosas a fondo, cuando pasa el tiempo va aflorando un humor irónico, ligeramente sarcástico que le ponen más años y mas atractivo a su persona. Estudia ingles en la universidad y dice que no se ha planteado estudiar español porque hay poca gente que lo habla. Diosssssss.

Steve tiene 36 años, metro noventa, apariencia atlética y piloto de aviones comerciales. Se corta el pelo casi al cero para disimular, supongo, el avance imparable de la calvicie. Es de Melbourne e, increíblemente, no conoce Shark Bay, donde habita la colonia de estromatolitos mas antiguos de la tierra. Tiene un tono suave al hablar y tendencia a hacer aspavientos con las manos. Se caso para toda la vida y a los once meses y 15 días ella dijo se acabo. El corazón roto. Aun veo por encima de su camiseta algún coagulo sin desaparecer. Por las cosas que me cuenta me temo que es del gremio de los que se entregan totalmente pero cosechan poco. Pero, bueno, el tiempo lo cura todo y aunque algunos no lo crean un clavo saca a otro clavo, ha conocido a una joven americana. La cara se le ilumina cuando suena el móvil. Hay un mensaje de ella.

1 comentario:

El último lector dijo...

Desde que os fuisteis, señor, / el polvo ha cubierto las cortinas de seda, / la hierba verde invade el peldaño. / Pienso en vos al ver el sol poniente. / ¿No podríais venir, aunque sea un momento?

Señor, junto a la correspondencia habitual de cada mañana, hoy he recogido un sobre bastante abultado, sin remitente, matasellado en Hong Kong el 19 de septiembre. He supuesto que lo enviaba usted, así que lo he abierto. Era un libro. Con el libro venía un olor a masaje de afeitar barato; pero el libro no es cualquier cosa. Nada menos que la Anthologie raisonnee de la litterature chinoise de Georges Margouliès; la edición de Payot del 48. No me lo tome en cuenta el señor, pero al ver aparecer el Margouliès he sabido de inmediato que no era usted quien lo enviaba. He pensado que era alguien más... más... Que lo enviaba otra persona, vamos.
Pero vayamos al grano. Ocurre que el volumen está bastante usado, quizás sería mejor decir ‘intervenido’, de tal manera que al hojearlo se abre con toda naturalidad e insistencia por la página titulada ‘La separación’, y enseguida la vista acude a los versos de la canción ‘Desde que os fuisteis, señor’, subrayados con lápiz rojo. Al margen, en la inconfundible caligrafía diminuta del comisario Fix, la siguiente anotación: «Houzhu de Chen, emperador poeta, aunque era borracho, disoluto y supersticioso, siempre acudía cuando era requerido por uno de sus innobles camaradas. Hotel Orient, habitación 2047».

He preferido avisarle lo antes posible para que el señor haga lo que crea más oportuno. Si me permite un consejo, lo más oportuno es que no ponga los pies en Hong Kong.

Reciba un abrazo de su fiel Passpartout.

P.S. No tema el señor: las cortinas de casa están limpias de polvo y humo de tabaco, el pavimento reluce, y la ropa de cama la introduzco periódicamente en el congelador para librarla de los ácaros.