lunes, septiembre 11, 2006

EL TRANSPORTE PUBLICO EN PEKIN

He de llegar a la calle Liangmaqiao Lu, según la guía encontrare unos libros que ando buscando. Subo en el autobús 705 en la calle Jingsong Lu. Estamos apretujados, supongo que la mayoría de pekineses han venido a saludarme, yo les sonrío pero ellos hacen como si no me conocieran. En la siguiente parada, inexplicablemente, sube el resto de la población pequinesa que ese día no trabaja. A pesar de todo controlo mi cartera, no sea que algún espabilado quiera aprovecharse del contacto. Giramos por la Dongsanhua Zhonhou. En la siguiente parada bajan tres personas pero sube la mayoría de la población de la provincia de Sichuan. No cabemos, estamos tan juntos uno al lado del otro que me podrían quitar la cartera y hasta el bazo y no lo notaria. Es admirable la tecnología china de construcción de autobuses. Antes de llegar a la siguiente parada noto alborozado que dos personas delante mío mueven músculos de la cara indicando que quieren bajar. Mediante mímica facial les hago saber que les he entendido y que les dejare pasar en el momento adecuado. Bajan, con muchas dificultades, pero bajan. Pero suben en cambio al completo, menos los familiares gravemente enfermos, la provincia de Guanxi. ¿Será un experimento para intentar llegar a la fusión nuclear con humanos? La densidad debe estar cercana al momento en que se colapsan los átomos. De momento seguimos aguantando, aun quedaba un espacio entre la piel y los huesos. Uno de los que están sentados hace un movimiento. Los 250.000 que estamos al lado atisbamos una ligera esperanza. Pero es vana, simplemente ha cambiado de posición. Aunque quisiera seria imposible atravesar esa muralla humana que formamos. Debe esperar resignado a que suceda un milagro. Sigue habiendo paradas, ahora estamos en Dongsanhua Beilu, la gente sube pero yo ya no miro. Estamos tan acoplados que cuando uno expira el de al lado inspira para aprovechar el espacio. Con la ultima parada noto algo extraño, tengo la sensación de notar lo que el otro esta pensando, mejor dicho, estoy pensando lo que piensa él. Poco a poco pero abrumadoramente, por un proceso que no conozco, entro en los pensamientos de los que me rodean, incluso los más secretos (la verdad es que excepto detalles que no voy a revelar es lo mismo que en todas partes, aunque a mi nunca se me habría ocurrido hacerlo con mi pareja junto a una escalera de tijeras, unas botas de pescador y un cepillo de dientes). Me doy cuenta de que por esa regla de tres también están viendo lo que intento esconder, pero una sensación de globalidad impide preocuparme. La integración es tan óptima que cuando me falta aire uno de los del extremo exterior inspira un poco más y así, atravesando pieles y ropas me llega ese aire que necesito. Noto también como voy teniendo conocimientos que antes no tenia, por ejemplo me vuelvo un experto en cerámica Quing (1644-1911), en papiroflexia y en la cría de gusanos de seda . Si quiero mover una ceja igual la mueve alguien que esta detrás mío a tres metros de distancia y al que nunca he visto, pero se quien es: el señor Wang, apenado porque su única hija de 27 años esta mal casada; de la misma manera noto como de mi boca salen sonidos que antes era incapaz de producir. Incluso noto como me crecen los músculos del carraspeo. De repente, el grupo de Jilin empieza a inquietarse, en la próxima parada bajan. El duelo producido por la despedida es tan grande que no lo puedo describir. Es tan rápido y tan duro despedirse de 453.521 personas a las que conozco como a mi mismo. Pierdo el conocimiento.
Abro los ojos en la calle. Un joven con gafas metálicas oscuras me dice algo que empiezo a no entender. Se deshace el círculo de curiosos. Con el brazo y la mano aun entumecidos busco y encuentro la cartera. Y el bazo.

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