miércoles, septiembre 13, 2006

VER, OIR, OLER, TOCAR, GUSTAR EN CHINA



  • Las cometas. Yo pensaba que necesitaban un viento fuerte para hacerlas volar, por lo visto no hace falta, con pequeños movimientos expertos las van haciendo subir, algunas alcanzan centenares de metros. Otras son luminosas y por la noche parecen extraños ovnis pasmados.


  • Un pastor (¿se deben llamar así?) de una cincuentena de gansos poco después del alba en Mongolia interior.


  • El sabor crujiente de la piel del pato laqueado.


  • El olor a incienso en el templo del lama. Tantos turistas como creyentes, y estos queman incienso a todos los budas que hay, incluido uno que mide casi 20 metros de alto. En un parque cercano a mi hotel por la mañana mujeres mayores haciendo taichi al compás de una especie de bolero chino.


  • Los escupitajos. Como dice Sebas son como el león de la metro Golding Mayer pero en ronco y gutural. La impresión al oír el carraspeo es que con la fuerza que utilizan podrán escupir un lapo con velocidad cercana a match 3 y acertar a una moneda de 1 céntimo a cinco metros de distancia. La verdad es que no. Se limitan a dejar caer el escupitajo. Y la fuerza de gravedad, que se ve que no tiene demasiados escrúpulos, se limita a hacer el resto.


  • El tacto de los manteles de restaurante baratos que asemejan seda pero que deben ser de plástico.


  • El sonsonete que utiliza los revisores de autobuses que debe de ser algo así como: venga, suban, suban, al fondo, al fondo... pero que a mi me suena como una extraña canción rap.


  • El sabor del jenjibre en muchas comidas y que aun no se si me encanta o me repele ese gusto a colonia.


  • Una ciclista con centenares de cajas pequeñas de bambú con un grillo cada una y casi todos sonando al mismo tiempo.


  • Hombres y mujeres cantando operas de Pekín en los parques para ellos mismos o para sus amigos sin importarles que los demás vean como cantan y bailan.


  • Los uniformes, mira que les gustan los uniformes, y hacer paraditas. Hasta los botones de mi hotel se ponen firmes y el que hace de coronel se pasea entre los tres y les va diciendo algo. Marcial, supongo.


  • Las tiendas de todo a cien aquí son de todo a dos yuan, unos 20 céntimos de euro. Y hay tantas cosas que se pueden comprar.

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