MUNDOS TANGIBLES Y DISTANTES

Durante unos días me he quedado sin internet en casa. Vuelvo a ir a los cibers a conectarme con ese mundo no tangible pero que está ahí. A pesar del palo que es salir de casa, desplazarse unos metros al ciber más próximo, pagar por algo que ya has pagado... me siento a gusto. Rodeado de gente que está lejos de su mundo. Durante mucho tiempo los cibers me permitian conectarme con mi mundo real aunque etéreo. En el mostrador hay revistas de Atalaya y otras de Mundo latino. En las paredes cuelgan anuncios que ofrecen habitaciones, servicios, información... Antes de sentarme en mi ordenador veo que el joven ¿ucraniano? que tengo al lado lee unas páginas en cirílico. Una ¿dominicana? mulata, grande y rubia bote se enfada con el ¿paquistaní ? que hace de encargado porque no consigue aumentar el saldo de su celular (me cuesta escribir móvil). Le amenaza con llamar a los mossos. El paquistani le pide el celular para hacer una comprobación pero esta se niega. Tres ¿holandesas? con cuerpo y cara de acabar de salir de la adolescencia hace media hora comparten un ordenador, alrededor de ellas descansan, en plan barricada, maletas con ruedas y mochilas. Algo debe pasar en la pantalla ya que de golpe se rien al unisono de manera estridente. El paquistani desiste y le devuelve cinco euros a la dominicana que se va echando pestes. Una mujer ¿ecuatoriana? de mediana edad habla por teléfono, a veces a gritos, con la puerta abierta de la estrecha cabina.

Recomendaría a la gente que tiene internet en su casa y que solo utiliza los cibers cuando viaja que vayan a los que tienen a lado de su casa: durante una semana ir media hora diaria. Comprobará que el mundo real donde habita es más grande de lo que realmente piensa.