lunes, octubre 01, 2007

EN UNA PRESENTACION POÉTICA

No llegan a la veintena las personas que están en la sala. Presentan un libro de poesía. O dos. En la mesa hay cuatro personas, dos poetas y dos criticos-ensalzadores de la obra escrita. Hablan y hablan. El monólogo se convierte en un ruido blanco de fondo. Miro las nucas de los escuchadores. Intento centrarme en lo que dicen pero como si fuese un material antiadherente no consigo seguir más de dos o tres frases seguidas. Casi todo lo que se dice es repetitivo y multiuso para casi todos los poetas que deben pasar por aquí. Es una experiencia insólita: no puedes cerrar los ojos ni irte, no puedes ver la televisión, leer un artículo, hablar con alguien... Realmente es estar a solas contigo mismo. Sin nada mejor que hacer miro y remiro los cuadros que hay colgados en las paredes, algunos me gustan otros me parecen obras mediocres. De todas maneras incluso de estos últimos me fijo hasta en sus detalles más nimios. Tanto que cuando los miro globalmente me parecen nuevos. Uno de los poetas recita sus poemas, sigo su cadencia pero no consigo entrar en lo que dice. Lo mismo me pasa con el otro. De repente una frase: los caracoles que no conocen de caricias esconden sus cuernos al ser tocados por una niña maravillada. Después otra vez caigo en el ensimismamiento hasta que los aplausos finales rompen el hechizo y me puedo levantar.

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