jueves, octubre 04, 2007

MOSCÚ, BEIJING, BUENOS AIRES Y RELLINARS

La abuela de Salomé me invitó a su casa antes de empezar el viaje. Tiene una casita en la montaña, en Rellinars, donde pasa los fines de semana y las vacaciones. ¿Para qué irse por esos mundos de dios si uno puede disfrutar como dios en su acogedora casa (no sé si dios está en todas partes pero si en muchas frases) plantando tomates que luego acabarán en la ensalada, viendo como se convierten las brevas en higos y como desaparecen estos últimos en la boca de los amigos? Yo, todo hay que decirlo, no conocía esa localidad y acepté ir allí cuando acabase de dar la vuelta alrededor de uno mismo (cosa que no consigo acabar de hacer).
Ya he ido, la casa esta construida por ellos mismos y tienen esos detalles, como recubrir farolas con cristales recogidos de la playa, que le dan una apariencia naïf, sugerente, personal que la convierten en una casita encantada.
Pues eso, que cada vez tengo más la sensación de que los círculos se van cerrando.





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