sábado, agosto 11, 2007

A LA BASURA, AL CONTAINER

Abro cajas,
llenas de polvo, con las prisas metí libros con polvo y este año han acumulado más polvo. Si tuviese tiempo, conocimientos y un microscopio intentaría estudiar la interrelación entre los ácaros de l’esquerra de l’Eixample y los del pirineo aragonés.
Se ha roto alguna cerámica, mala suerte. A la basura.

Veo libros que pensaba que había regalado. Los pongo a un lado para llevarlos al container del papel. Los colocaré al lado por si alguien los quiere. Veo revistas antiguas de psicología. Al container.

Tomos de economia que la Caixa se empeña en regalarme. Al container.
Me produce una sensación morbosamente agradable el poder desembarazarme del tabú de guardar los libros.
Saber que se puede uno desprender de ellos.
Y que el mundo no se hunde.

2 comentarios:

Fiamma dijo...

Imagino el triste rastro dejado por el pobre Carpentier (no es que sangre yo por la herida... no, no y no ).
Eso de no "poder" tirar libros ( o mendrugos de pan sin antes besarlos)... Cómo ir en contra de esos dogmas ?
(No beses libros polvorientos. No lo hagas)

Hilario dijo...

Carpentier está esperando que el último lector aparezca. Es una reliquia y como tal debe ser tratado.
Nunca he tirado libros, hasta hace unos 3 años. Al principio era impensable, tanto como pegar a la madre o quitar un mendrugo a un niño hambriento. Sin embargo, como con todos los vicios placenteros, una vez empiezas, cuesta mucho volver a subir por el tobogán.
Los lepismas, eso si, me miran con ojos tristes.