martes, enero 02, 2007

POPURRÍ DE PERSONAJES

Eduardo es tachero (taxista), y marxista, bueno, matiza, sovietico, "por el aspecto". Le gusta soriano, galeano... Todos los taxistas del mundo son iguales, pero los de buenos aires, al menos en los que me subo, son diferentes. Les gusta hablar y cada uno es de un padre y una madre diferente. Este es literario. A pesar de su edad, de sus 14 horas en el taxi y de sus obligaciones familiares ha vuelto a la universidad a hacer letras. No ha podido mantener mucho tiempo el ritmo. Hablamos, o más bien habla él sobre sus autores preferidos. No es una conversación académica, no puedo dejar de reirme por las cosas que cuenta y de como las cuenta. De galeano tiene un relato que le gusta mucho, tanto que fue el que utilizo en su boda. Las hormiguitas. Me da su telefono para que le de mi parecer, pero no solamente no encuentro ese texto si no que pierdo miserablemente el papel donde me he apuntado su teléfono. Eduardo, si por aquellas cosas de la vida lees este blog, nada, que ha sido un placer conocerte.
Es grande, alemana y jubilada, la conocí hace 2.500 kilometros y el dios de los turistas y el azar, hijo del tiempo libre, ha hecho que nos volvamos a encontrar en otro país. Ella se acuerda de mi nombre y yo no. Además se niega a volvérmelo a decir. Si ella ha hecho el esfuerzo de acordarse yo debería hacer lo mismo, razona con precisión germánica. El único recurso que dispongo para luchar contra mi anómia es llamarla princesa. No le disgusta el cambio, aunque días más tarde, cuando se da cuenta que no es la única receptora del título monárquico, se queja. Si llego a su edad con la mitad de su humor y de la tranquilad que respira, me daré con un canto en la dentadura postiza.
Liliana tiene una edad ambivalente, para mi es joven, pero para ella es la edad crucial donde uno se pregunta, juzga su pasado y ve entre tinieblas su futuro. Cuando uno hace balance de su vida anterior es que las cosas no van bien. Un divorcio, una relación mal acabada y un trabajo que no le gusta. Requisitos que cumple la mayoría de la población entre los 25 y los 64 años. Se examina con la capacidad y rigor de un entomólogo para descubrir y anticipar los estragos que le vendrán con la edad. Yo no se los veo pero ella aprecia en ligeros pliegues, valles; en ligeros cambios de color de la piel, manchas visibles desde el meteosat; en cierta perdida de turgencia de sus senos, la gravedad de un agujero negro. Yo le digo, y además estoy convencido, de que este año conocerá a un principe azul (al menos hasta que se destiña) pero ella se ve muy patito feo y muy insegura por sus fracasos afectivos, y en esto la corporación dermoestética aún no llega. Tiene 35 años y hace balance. ¿Y quien no?
El viajar te permite conocer gente que puede vivir en tu ciudad pero que nunca llegarías a tratar. Julia es farmaceútica como lo fue su padre. Plantearse otra cosa hubiese sido igual que si el felipe de borbón se plantease hacer otro trabajo que no sea el familiar. Es mielera, es decir que viaja de luna de miel. Tiene la apariencia y el deje de niña bien, bueno, sin eufemismos: PIJA. Se nota a 30 metros. Si nos hubieramos encontrado en cualquier otro sitio a las tres frases nos hubieramos despedido alegrandonos de ello. Pero una avería y tiempo por delante te permite conocer a tu interlocutor, en este casi irte despellejandote de los estereotipos y descubrir a una persona.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Salut i salutacions, Hilari
Encara que m'hagi incorporat virtualment al viatge quan ja vas per la meitat, a partir d'ara tindràs un lector més.
Bon Any i Bon Viatge.

Hilario dijo...

glups, que es galeano, no galdeano, maldito teclado, maldita no corrección.