martes, enero 30, 2007

LA BARCAZA EN PUCALLPA

Uno se acerca al muelle, por llamar de alguna manera a un montículo de barro en donde se apoyan en aparente equilibrio inestable unos tablones de diverso tamaño y condición, para subir a bordo. Entra en la barcaza (unos 40 metros de largo y unos 6 de ancho, o si lo preferis 40 metros de eslora y 6 de manga). Cuelga la hamaca donde cree que estará mejor. Y espera. La gente sube, vende tuperwares (te harán falta para que te pongan la comida) , cucharas (para no utilizar los dedos), hamacas, gaseosas, fruta, churros (sí, churros, y están buenos)... Preguntas al capitán, preguntas al que parece que manda, preguntas a otros pasajeros... si realmente sale el barco a las 5'30 tal como pone un letrero enorme. Te responden que sí. Que seguramente sí. Que a lo mejor sí. El capitán dice que a las 6. Una señora mayor se me acerca. Se llama juana emilia y me da su bendición. Yo se lo agradezco. Me pregunta de dónde soy y me informa que una sobrina suya esta casada con un catalán y otra con uno de madrid. A eso se llama equilibrio geoestratégico. Me informa que compartiremos viaje, que cualquier cosa: agua, gaseosa, comida, que si quiero que vigile mis cosas... que está para ayudarme. Que dice la biblia que hay que saludar, ayudar y bendecir al extranjero.
Pasa una hora y no se ve demasiado movimiento. Una señora pregunta a uno de la tripulación: ¿salimos?, el otro le contesta que sí, la señora insiste ¿no me engaña?, el otro contesta: nunca engañamos, señora, solo que a veces mentimos. En la barcaza que está al lado, atracada en paralelo a la nuestra, y que se puede mirar desde donde estoy ya que tienen la misma altura, veo que hay igual cantidad de gente, es decir poca, pero se ve el barco más límpio y más nuevo. Hablo con un señor de esa barcaza que tiene pinta de mandar y que lleva unas gafas rayban grandes de cuando los guapos llevaban rayban grandes, me dice que ellos salen a las 5 en punto de la tarde, este quien este, pase lo que pase. Me gustan estas afirmaciones tajantes. Examino la barcaza, campeón 3, y decido cambiar. Por no dar la vuelta pregunto al único uniformado si podria pasar entre las ventanas, para no dar la vuelta, uno espera que alguien con uniforme le quite esa idea de la cabeza. Pero no, te anima. No es que se muevan mucho pero si te caes desde unos 8 metros de altura y a los dos barcos les da por juntarse, bueno, que se acaban las vacaciones por un tiempo. Pienso que aún no he hecho gasto del seguro de viajes y paso al otro barco. En un santiamen junto con un par de grumetes, he deshecho la hamaca, la mosquitera y he pasado los bultos por la ventana al de la competencia. Me despido de un joven que estaba cerca de mi hamaca. Se acaba de enterar que el barco no saldrá hasta dentro de 2 días, que no hay carga suficiente. Todos los que están allí escuchando siguen tumbados en las hamacas como si hubiera dicho que se retrasaría media hora. Me despido de la señora mayor. Me vuelve a bendecir. Me prgunta si soy misionero. Que tengo cara de misionero. Le digo con la mejor cara que tengo que no. Me dice, con una sonrisa de abuela, que tengo cara de buena persona.

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