sábado, octubre 21, 2006

PERSONAJES PORTEÑOS

Blanca debe tener mil años pero eso no le quita un ápice de elegancia y de saber estar. Es lo que se denominaría coloquialmente una señora pija. Es alta, delgada, repeinada con la naturalidad de los coiffeurs de gama alta. Tiene la piel quemada por el sol, pero no de cualquier sol, solo el de las playas mas selectas de Miami, sur de Europa, de Polinesia y de lugares que desconozco que existan. Muestra esa familiaridad falsa de los que lo han tenido todo y la sonrisa fingida que no parece que lo sea. Me muestra, sin señalar -que es de mala educación- las casas más señoriales y los lugares selectos de buenos aires. Incluso cuando hablamos de temas prosaicos como el dinero lo hace como si fuese algo más que secundario.
A Gregorio le sobran unos cuantos kilos, para que ir con rodeos. No tiene mala pinta, casi diría que es delicado al moverse e incluso su mirada muestra esa curiosidad que evidencia inteligencia. De todas maneras, y aunque tenemos buen rollo, tiende a provocarme. Debe ser el carácter o la edad. Lo que mas me sorprende es su manía de jugar con vibradores. Si, ese aparato que imagináis. Lo coge y lo va moviendo hasta que consigue que vibre. Entonces juega con él. No es que sea un moralista, me deberíais conocer, pero no acabo de ver bien que un gato, de su edad, juegue con estas cosas.

Antonia tiene 84 años. Aunque debe llevar la gran mayoría acá, en argentina, sigue hablando un italiano del sur que sus sobrinas nietas no entienden. Me coge del brazo con esa suavidad de las abuelas y me cuenta su vida y, sorprendentemente ya que no hablo italiano, la entiendo casi todo. Cuesta imaginarse como debió ser de joven, pero por esos ojos claros y esa vitalidad que aun conserva debió ser bella. Habla y cuenta al primero que se le cruza su vida, incluso, con el desparpajo de quien tiene poco futuro, del pasado intimo, con gracia, porque Antonia a pesar de que no correrá los 100 metros libres en menos de 12 segundos, a pesar de los pesares esta llena vida.

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