sábado, septiembre 09, 2006

PERSONAJES

Laurent, 29 años francés y de padre antillano. Es mulato de piel rica. Cuando habla mueve los brazos como si bailara. Las moscovitas le dicen ¡Hi! en la plaza roja, y le miran y remiran en los bares: de la cabeza a los pies, de los pies a la cabeza. ¡Ay! como suspiran las moscovitas cuando lo ven pasar. Pero se va a Finlandia, o a suecia o a noruega, a trabajar en lo que haga falta, de camarero por ejemplo para ganar dineros e irse luego a viajar por el mundo entero. Contrapunto: también se fija en el la policía y le detiene y le pide los papeles (¿será por su piel oscura o serán los celos?). Su record es 3 veces en 6 horas.
Sharjana, como sus rasgos son chinos: braquicéfala, cara ancha, ojos rasgados, nariz casi inexistente... me dirigí a ella en ese idioma, no me entendida, es rusa. Es la única que me entiende cuando le leo frases hechas de mi libro: el ruso de viaje. Es menuda, y tiene dos coletas a los lados que le dan un aspecto infantil. Al segundo día ya me abrazaba delante de sus padres (dos seres grandes, orondos y fofos) y a pesar de que no la entendía (problemas de la dichosa torre de babel) estoy seguro que me decía que me quería. Uno es como es. No es que no le vea defectos, los tiene, por ejemplo cuando no consigue una cosa cierra los ojos y abre la boca, y chilla. Quizás es debido a su edad: 4 años. Si levanto la vista la veo mirándome en la puerta de mi compartimiento preparada para jugar.
La señora Hao viaja con su marido. Es señora desde que se caso, tiene 32 años y una hija de 10. Es bajita, de complexión robusta, compacta, aunque diría que de carnes recias; es un presuponer. Viajamos juntos 6 días y 6 noches y a pesar de ello sé poco más de lo que sabía en las primeras horas de conocerla: es una mujer prudente, cariñosa, feliz con su familia, en paz con el mundo y consigo misma. Es la nueva generación de chinos, tienen una tienda en Harbin. El marido debe ser el que hace las tropelías económicas pero ella es la que lleva el dinero. También es capaz de picardías. Un día mientras leo la Iliada observo extrañado que ella lee un diario, pero que tiene un movimiento rítmico y constante con su brazo derecho. Al lado esta su marido al que no veo porque me lo oculta la mesa. Como se mas por viejo que por diablo salgo del compartimiento. Ella sonríe apretando los labios. El ultimo día busca en mi diccionario, señala la palabra divertido y me señala con el dedo índice.

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