martes, julio 25, 2006

EN EL CAMINO DE SANTIAGO POR LA RIOJA

Trini con cincuenta y pocos es alta, grande, franca, con las ideas claras y que va al grano. El arquetipo de vasca aunque nació en la Alpujarra almeriense y que por esas cosas de la vida, los movimientos alternativos de los 70 y de los amores ha acabado viviendo en un caserio euskaldún navarro. Se aparta por unos días de su casa, de su marido, de su hija y hace el camino para pasear, conocer, ver...
Después de compartir atajos, pérdidas y sol nos sentamos alrededor de una mesa y tres cañas que entran muy bien. Habla pausado, como si comprobase la adecuacion de cada palabra, y notas como estas se asientan, como las piedras, en un discurso claro y sólido. Le gusta Bilbao y no la tradicional Dosnosti, donde según ella todo esta arreglado “como cuando entras en una casa y ya sabes donde está todo y como es”. Habla de lo cotidiano, de las buitreras que van desapareciendo y de los buitres despistados buscando comida; de como se han ido transformando por normativa europea los establos antaño llenos de telarañas y sin moscas a algo cuasi aséptico y sin personalidad; de su pequeño caserio donde es la única que no habla eusquera aunque lo entiende; de las inquietudes de su hija veinteañera; de esas pequeñas cosas que son universales.

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