Mi madre recitaba, entre otros centenares de refranes: El hombre es fuego, la mujer estopa, pasa el diablo y sopla.
Bueno, en Brasil el diablo descansa, hay un huracán continuo que le permite olvidarse de soplar.
Bueno, en Brasil el diablo descansa, hay un huracán continuo que le permite olvidarse de soplar.
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