jueves, julio 16, 2009

ARENA, NIÑOS, AVISPAS

Estoy en el parque con mi hija. Unas avispas revolotean sobre el arenal donde los niños juegan con sus cubos y sus palas.
Una madre me advierte que hay abejas.
Una de ellas da vueltas y al final se mete en un pequeño agujero que previamente ha construido. Pienso en Niko Tinbergen. Un verano se dedicó a mirar atentamente a las avispas que vivían en una zona arenosa. Para distinguirlas pintó cada una con un color diferente de pintauñas. A la salida del nido se dio cuenta que la avispa miraba el entorno del mismo, como recordándolo, después se iba. Tinbergen los fue cambiando añadiendo y quitando elementos obligando a la avispa memorizar la entrada. Algunas eran tipo Einstein ya que enseguida recordaban el lugar, a otras en cambio les costaba más tiempo. Así descubrió que las avispas podían reconocer colores, formas... No sé si me sorprendió más que las avispas fueran tan espabiladas o su imaginación para poder estudiarlas. Por estas y otras cosas le dieron el Nobel.
Una niña de unos tres años le quita el cubo a mi hija y chilla un poco. El padre de unos treinta y pico con barba cuidada de varios dias está cerca y no dice nada. Le digo a la niña que podemos jugar todos juntos. Mi hija la mira atentamente. La niña de unos tres años le quita la pala a mi hija y chilla un poco. Le dejo otra pala que tenemos. El padre dice: Iris, deja que la niña juegue también. Le digo al padre, buscando la complicidad: Vaya carácter. Este asiente sin sonreír y sin mirarme.
Iris tira la arena de la pala encima del pie de mi hija. El padre mira su móvil ausente. Iris tira arena encima de la cabeza de mi hija. Le quito la pala y le digo que eso no se hace y que ya no jugamos más. Mi hija nos mira. El padre se da cuenta que ha pasado algo y levanta a la niña y le pide que se disculpe. Iris pone cara de enfadada-y-esto-es-una-injusticia. El padre dice que al menos se despida. La Iris está más quieta y callada que la mujer de Lot. Los dos se van.
Busco una fuente y lleno el cubo de agua. Pongo arena para poder hacer torres con el cubo. Lo pongo boca abajo y no cae nada. Una madre, comprensiva, experimentada y atenta a las leyes de la física, me indica que hay demasiada agua en la arena. Que la mezcle con arena seca y así saldrá bien.
Mi hija nos mira atentamente.

3 comentarios:

Fiamma dijo...

Simplisimo: Iris merecía el aguijón de la avispa.

Y el padre, también.

besos, cavaller

Hilario dijo...

Creo que el padre era mejor diana.
¿Cómo será la niña dentro de 15 años?

Anónimo dijo...

Será de las que consumiran vibradores de colores...