Estamos en un pequeño bar de dos alturas del Eixample. A pesar de ello está abarrotado, unas treinta personas. El bar La Garrotxa está regentado por una filipina. En el piso superior hay unos cinco jóvenes uno de ellos con camiseta del Barça y dos chicas que les acompañan; dos hombres silenciosos con apariencia andina; una pareja en la que ella es de aquí y él de difícil catalogación. Y nosotros cinco que hemos venido a ver la segunda parte del partido Barça-Madrid en la televisión de pago. Los jovencitos van a perder la voz si siguen gritando de esa manera: Eo, eo, eo, esto es un chorreo. La manita, la manita, la manita... Y frases no aptas para no iniciados. Hacen comentarios, desgañitandose, a la television por ejemplo cuando el locutor indica que seguramente fulanito de tal (Madrid) le va a quitar la pelota a menganito (Barça) uno de los jovencitos salta espontáneo gritando:Qué coño le van a quitar. ¡Los cojones! Para risas de todos. Seguramente el jugador le ha oído y evita perder la pelota. Abajo hay un seguidor del Madrid, cuando le preguntas si al pasar le molestas, responde que no, que él no ve ya nada. Con cada gol del Barça (y llegan a ser seis) todo el mundo se pone más alegre y, si es posible, grita más. Al finalizar la pareja mixta se abraza en un beso dulce, los jovencitos saltan y gritan, los andinos siguen silenciosos pero contentos. Una mujer con aspecto de poca salud grita: ¡Somos los mejores!
Salimos a la calle, un joven nos pregunta:
-¿Quien ha ganado? -Le contesto -¿El Sevilla?
Él sigue con lo que tenía preparado:
-No, el Barça. El Madrid, el Madrid, la vergüenza del país.
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