sábado, diciembre 29, 2007

UNA COSA LLEVA A LA OTRA

Voy al museo de la ciencia (perdón, cosmo caixa, desde que la caixa se gastó 100 millones de euros en montarlo exige que se llame así). Veo los restos de un gliptodonte (una especie de armadillo de tamaño de un ternero).
Ayer acabé ayer de leer Buenos Aires, un millón de años atrás, de Fernando E. Novas, que de entre otras cosas habla de gliptodones, y otros magnificos, espléndidos y enormes mamíferos sudamericanos.
Eso me retrae a la búsqueda, en esa ciudad, de un museo que Jorge Wagensberge cita en uno de sus libros. Un museo que no consigo encontrar ya que está mal citado pero que me hace recorrer la mayoria de los museos de la ciudad.
Entre ellos el decandente y entrañable que está en la plaza del centenario? (al menos me parezco al Jorge en que no doy los datos correctamente) y entre sus restos me encuentro a bichos que me recuerdan a la piel de un brontusario que le sirvio a Chatwin de excusa para su viaje por la patagonia.
Eso me hace recordar un viaje sin fin en un autobus por ese horizonte que no se mueve leyendo de un tirón el último libro de Paul Auster y disfrutando como un tonto con unos zapatos nuevos.
Y eso me hace recordar que hace un año estaba por allí abajo.
Glups, como pasa el tiempo.

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