miércoles, septiembre 19, 2007

SORPRESAS CALLEJERAS

Paseo por Barcelona, por la parte baja del ensanche.
Hay un garaje con las puertas abiertas. Llama la atención unos tableros de maderas diferentes y con su nombre escrito en tiza. No hay nadie. Un coche al fondo. No hay grandes cantidades de maderas como correspondería a una carpintería sino trozos irregulares de muestras. Como si pertenecieran a un coleccionista. O igual es un local de venta de maderas ilegales. Me demoro esperando que entre alguien. Intento imaginarme como debe ser la persona que ocupa este garaje. Pero nadie acude. Las toco, intento acordarme de sus nombres, de sus nervaduras, de su color, de sus texturas.
Nadie viene y al final me tengo que ir.


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