domingo, septiembre 16, 2007

PSEUDOREFLEXIONES POSTFESTIVAS

Como un ritual que se cumple casi cada año acuden los amigos a casa. Siempre hay faltas y casi siempre hay alguien nuevo. La suma de todos no es igual a la suma de los sumandos. Voy de grupo en grupo, me inmiscuyo en las conversaciones y digo cuatro banalidades antes de marchar hacia otras caras. Apenas picoteo algo y bebo poco, me paso casi todo el tiempo sonriendo. Es un estado muy próximo a la felicidad. Son de mundos diferentes y me alegra ver que se llevan tan bien unos con otros.
Me siento orgulloso de haberlos conocido y aún más de poderlos juntar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que nota de sociedad más decepcionante. Ni una mala anécdota. Ni un cotilleo pequeñito. A ver, que te enseño:

“La primera que llegó fue la sosa de X (sola, claro, y con un vestido estampado que le quedaba horroroso). Hacia las nueve el borrachuzo de Y ya andaba dando tumbos por el pasillo y cantándole las verdades a Z. Aprovechando que no estaba su marido, J se enredó con K: H jura que se los encontró arrugando las sábanas del dormitorio de invitados ...”

Hala, ahora a rehacer la crónica.

Hilario dijo...

Último lector, no viniste. Así que no te puedo contar todas las cosas maravillosas que acontecieron (que fueron muchas y variadas).