lunes, julio 09, 2007

AÚN QUEDAN MÁS PERSONAJES

Maquinho tiene 7 años pero menudo como es parece mucho menor. Cuando tenía dos años se comió unos espaguetis con carne picada que su abuelo había envenenado para las ratas, se ve que las ratas de aquí son gourmets. Se salvó por los pelos y porque llegó a tiempo al hospital. Desde entonces a Marquinho no le gustan los espaguetis ni la carne picada. Y desde entonces dicen los familiares que es muy inquieto. Inquieto lo es un rato, no para. Tan pronto se sube a un árbol como si subiese una escalera como da vueltas a tu lado sin parar. Tiene el pelo muy corto con un flequillo en la frente. Cuando le haces una pregunta con trampa se rasca la cabeza con la mano derecha mientras mira al suelo y espera que pase el tiempo. A pesar de mis dudas lee con fruición y no tiene problemas en la escuela, por si quedara alguna duda de sus capacidades cognitivas he de reconocer que me gana en el reconocimiento de las calles por las que andamos, a pesar de que no para de moverse es capaz de recordar y reconocer las calles cosa que yo, poniendo en juego todas mis capacidades mnemotécnicas voy que me las deseo para poder hacerlo. De todas maneras para mi lo más sorprendente es esa forma de pensar que tiene y que me desbarata, cuando por ejemplo se levanta de sopetón del lado de una niña negra ya que dice que siente como su piel se está oscureciendo.

Elena tiene veintipocos años y es rubia teñida. Es alta y fornida como le gustan al dibujante robert crumb (y a mi), aunque desde se casó, hace poco, le está dando por abandonarse y ponerse gordinha. Se caso virgen ya que su familia es evangelista integrista y son muy estrictos en lo de conceder permisos a los novios antes de pasar por el altar, de todas maneras ya se sabe, el hombre es fuego, la mujer estopa, pasa el diablo... y sopla. Después de la boda se enteró que su marido acababa de embarazar a otra mujer. Como son los hombres! De todas maneras como la única justicia que todo el mundo entiende es la del ojo por ojo y diente por diente ella le engaño con otro. Como son las mujeres! Pero el tiempo y el roce lo curan todo y se han vuelto a reconciliar. Y ella está esperando un bebé, de él, of course. Cuando acude al centro sanitario que llevará su embarazo, la psicóloga le pregunta, rutinariamente, cuantas parejas ha tenido en los últimos seis meses. Ella contesta digna: Solo mi marido. Estoy casada.

Cree parece que tenga veintipocos, pequeño, imberbe, delgado... pero tiene 30 años. Lo conocí jugando al ajedrez. A partir de ese momento cuando entra en el bar me busca para jugar. Casi siempre le gano, pero hoy... Hoy me esta dando una paliza. No me deja desarrollar mis alfiles y no para de acosarme el rey. Pide al camarero por su nombre cerveza bem, bem, gelada, y la verdad es que lo está, un placer beberla con esta calor tropical. No, la excusa no la tiene la cerveza, siempre bebemos mientras jugamos. Estamos en la octava partida, y solo le he ganado una. Normalmente jugamos cuatro y me voy porque quedo rendido, pero hoy, quizás por la cerveza, quizás por esta noche calurosa o quizás porque Marte está en casa dos no estoy cansado, solo quiero la revancha. De momento lo llevo mal, me está atacando y no he conseguido enrrocar. Tiene un hijo de cuatro años aunque aclara que es soltero. La madre de su hijo no quería compartir la custodia pero al final en el juicio le dejaron semana si, semana no, a cada uno de ellos. Dice que no hay nada más hermoso cuando se despierta por la noche y le dice pae te quero. Me acaba de matar la dama y mi rey huye despavorido por sus jaques de una manera poco honorable. Casi cada noche viene al bar a jugar, aunque no se reconoce tan enganchado como un conocido suyo que estaba tan viciado que le prohibieron jugar, cinco años duró el tratamiento. Ahora juega contra dos contrincantes a la vez, pero se le ve más tranquilo. Me cuenta manías de otros jugadores, como el jubilado extranjero que se pasa el día jugando y que juega muy bien con los caballos, pero si los pierde, pierde el alma y generalmente la partida. Miro el tablero y hago balance de su último ataque. Le queda la dama y unos cuantos peones desperdigados y sin defensa. Yo en cambio tengo las dos torres, un alfil y un caballo y un puñado de peones que protegen al rey. Venga, a ver si me concentro y le venzo la última partida. La del honor.

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