viernes, mayo 11, 2007

HERENCIAS

De mi madre heredé la curiosidad por conocer el por qué de las cosas (el per què de tot plegat) y una sordera. Ella, en las conversaciones sobre todo cuando había mucho ruido ambiental no oía mucho, pero interactuaba: asentía, ponía cara de poquer, negaba, interrogaba con la expresión facial e incluso reía por los comentarios graciosos que decían los otros. Los más allegados sabíamos que no había entendido casi nada pero sus habilidades sociales permitían que nadie sospechase.
Ayer en una cena con unos brasileiros dinámicos y alegres y una pareja de franceses algo más apagados y monolinguistas, me tocó en un rincón de la mesa estar con estos últimos. La conversación fluyó en francés. Al final de la cena laise me reprendio por mi modestia, le había asegurado que no hablaba francés y ella había visto que comprendía todo.
No me quedó otro remedio que confersarle la verdad. Aprendí más cosas de las que suponia de mi madre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguro. La pena es q no estuvieras tan atento cuando la acompañabas a comprar? O tu madre también compraba las peras por gramos? :d

Hilario dijo...

Jajajaja. Uno no debería contar ciertas intimidades si no está seguro de que no serán olvidadas.