martes, marzo 13, 2007

HISTORIAS VERDADERAS - LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO

Julia* es joven. Es catalana. Es evangélica. De las de creencias firmes en su fe.
Julia tenía un novio con el que se iba a casar. Se llamaba Sidartha.
El novio era catalán, no hindú. El novio estudió psiquatría, quizás, el nombre tuvo algo que ver en ello.
El hermano del novio se llamaba Rabindranath. Tampoco era hindú, era catalán (pero esa es otra historia) .
El origen de los nombres se debe a que a los padres les gustaba mucho Herman Hesse y Tagore.
Un escritor debe preveer el éxito de sus obras y tener en cuenta, entre otras cosas, el nombre que da a sus personajes.
Julia ya tenía apalabrada el novio, el piso y la boda.
Pero apareció otro joven.
Se llamaba Christian.
Julia, aparte de los encantos de Christian, vio una señal, quizás divina, en ese nombre.
Abandono a Sidartha, el piso y la boda y se casó con él.
Eso es todo.


*Es el único nombre que no es real. Esta es la única parte de ficción del relato, mi imaginación no da para más.

3 comentarios:

Hilario dijo...

La famosa profecia autocumplidora. No somos nadie y algunos menos.

Anónimo dijo...

Tu imaginación sí da. La frase "Eso es todo" es lo que convierte tu apunte en una historia trascendente. Sin ella se hubiese quedado en una inverosímil anécdota real.

Anónimo dijo...

Quería dar una nota de color, pero no se me ocurriò nombre de pila de escritor peor que el de Tagore... qué vergüenza siento.
Adoro tus anécdotas.

(No, definitivamente, nada supera a Rabindranath)