Estoy en la
cubierta superior del Golfinho do mar rumbo a Santarem. Un grupo me invita a
que me siente con ellos. Son cuatro hombres y dos mujeres, tienen entre
veintimuchos y treinta y pocos. En su mesa hay una botella de whisky casi vacía,
una botella de coca cola de un litro también casi finiquitada y latas de
cervezas. Me ofrecen beber. Lo agradezco pero declino la invitación. Uno no
conoce a la gente si solo la ha tratado borracha y estos, los varones, están
algo más que ligeramente alcoholizados. El que parece el líder, un moreno
corpulento y con cabeza a lo neandertal (arcos superciliares grandes y pómulos
y mandíbulas prominentes) pero con modales muy suaves me presenta al grupo. Son
de Manaos y van a Óbidos a celebrar el carnaval. Unos son de allí y han
invitado al resto a ir. Al final acepto una cerveza que ya me han puesto en la
mano cuatro veces. Roger tiene pinta de estibador y se niega a creer que no
conozca Óbidos y proclama en voz más que alta, para que se entere medio
amazonas, que debo ir. Que estoy invitado a su casa. Agradezco la invitación.
Todos los que tienen casa en Óbidos me ofrecen la suya. Y yo se lo agradezco
uno a uno. Me preguntan por jugadores de futbol brasileños que juegan en España.
No conozco a ninguno. El estibador me dice un nombre una y otra vez. No se cree
que no lo conozca. Al final me lo escribe en casi 20 cm
de papel con una letra casi ilegible: Ronaldinho Gaucho. Hago una señal de
asentimiento, lo conozco. Ah! Ronaldinho, digo con una entonación que no es la
de ellos. Me miran como si a pesar de todo no fuese tan tonto como parezco.
Johan, el neandertal, se besa con Rosana. Lo hacen con tanto deleite y de
manera tan dulce que uno se quedaría mirándolos simplemente por el placer de verlos.
No se tocan más que con los labios y la lengua y mantienen los ojos cerrados y
una sonrisa que se adivina. No buscan excitarse ni aparentar algo, simplemente
se besan (último lector, por favor, di que te recuerda esto al capítulo 11 de rayuela). Creo que hace más de 20 años que no beso ni me besan así. Ana María
tiene más razón que un santo cuando dice que besamos y tocamos mecánicamente.
Igual es por la tensión del primer beso, como lo narra Woody Allen, cuando le
pide a la chica en la primera cita que se besen antes de ir al cine y de ir a
cenar, así la preocupación por tener que llegar a ese momento desaparecerá y
podrá disfrutar de la velada. Les pregunto si hace mucho que son pareja, no
puede ser que se den esos besos después de 10 años de casados. No, se acaban de
conocer hace unas horas. Se besan sin disimulo delante del hijo
de 10 años de ella y de su hermano y de su prima, de sus amigos y de
desconocidos. Es un beso tan natural y el mismo tiempo tan placentero que no
puede haber nada malo en ello. Pienso en las parejas que conozco separadas que
no solamente no se besan delante de sus hijos sino que encima quieren hacerles
creer que no salen con quienes salen. Johan dice que no son pareja que aún están
en la fase de conocerse, que los besos son para conocerse. Vaya con el neandertal,
esto es filosofía y no Kant. De todas maneras con mi cámara digital y el efecto
del alcohol en sangre no existe el aburrimiento. Hacemos fotos de todos tipos y
de todas las poses. Yo con cada uno de ellos, con la camiseta de los equipos de
fútbol, con gestos, por grupos... Ha pasado algo que no entiendo, Johan me pide
disculpas a mí y a cada uno de los miembros del grupo. Pregunto qué ¿por qué?
Resulta que ha tenido un mal gesto con alguien de fuera del grupo y eso no
puede ser. Así que me pide disculpas. Le disculpamos todos. Van cayendo las
cervezas, los del bar deben estar haciendo el agosto. Johan habla con su nuevo cuñado,
Filipo, que acaba de conocer, y le dice que es formidable. Me mira y también me
incluye en esta categoría. Coge la mano del otro y se la besa como si fuera una
damisela. Luego me la coge a mí y repite lo mismo. Me mira y me dice que nao hay
que avergonzarse por besar a un hombre, me lo dice muy serio para que no tenga
dudas y me vuelve a besar el dorso de la mano. Yo también se la beso. Será por
besos. Roger, el estibador está tirando los tejos (y el tejado entero) a Lorena,
una morena pequeña y risueña, pero esta no está por la labor e incluso se hace
la dormida. En un momento dado, Lorena, se cambia de asiento con Rosana y se
sienta al lado de Paulo, un joven largo y delgado que cambia de camiseta de
manera frenética (en poco más de tres horas se habrá puesto la del Flamingo, la
del Ronaldo del Real Madrid y un par de camisetas de carnaval). A los pocos
segundos se están besando dulcemente. ¿Enseñan a besar en las escuelas? Roger está
molesto, lo noto yo más que el mismo. Dice algo a unas chicas que están
sentadas al lado. No parece grosero pero Johan y Filipo le llaman la atención
de manera amigable pero contundente: que se controle. Me hacen un gesto y se
disculpan, esta bevedo. Al grupo se le añaden nuevas
personas que se saludan como si se conocieran. Roberto está entusiasmado de que
yo vaya a Óbidos, aparte de eso no nos entendemos en nada, pero cada vez que me
mira me sonríe y hace un gesto con el pulgar levantado en señal de tudo
bem. Otro Paulo es negro y sordo, se comunica con gestos, pruebo a
comunicarme con el lenguaje de signos catalán, y para mi sorpresa hay muchos
signos parecidos, vamos comparando unos y otros. Al final me es más fácil
comunicarme con él que con la mayoría. Roger concentra su atención en mí y en
las cervezas, ahora que ya hace tiempo que se ha acabado el whisky. Vuelve al
tema de la invitación, dice que vaya a su casa, a Óbidos, todo gratis, que me enseñara
esto y lo otro. Habla tan rápido que no le entiendo, y él esta tan bevedo o
tiene tan poca empatía que no se da cuenta. De repente me está diciendo algo:
buceta, y como ve que pongo cara de no entender me lo repite varias veces, es
moito sabrosa, y conseguirá para él y para mí. Le pregunto a la chica de al
lado qué es. Se ríe, empiezo a sospechar que no es comida. Filipo me hace un
gesto universal y entiendo. Coño. Me hacen un listado de sinónimos ya que
consideran obligación enseñar al que no sabe: xiri, grelo, xona, pinguelo, xoxota,
piriquito, xerica... Intento pronunciarlas en voz alta para corregir la entonación
pero las chicas me piden que baje la voz mientras los hombres se ríen. Igual
que en todas partes. El estibador se está poniendo algo violento. En un momento
dado pone cara de maorí segundos antes de atacar. Sé que es un juego, así que
le miro a los ojos fijamente y sonrío. He pasado la prueba. Chocamos las palmas
de las manos y después los puños como señal de buena onda. Cada vez da más
fuerte las palmadas, así que en una ocasión le hurto la mano; si según la teoría
del caos el aleteo de una mariposa en New York puede producir un tifón en Hong Kong,
el aire que desplaza Roger con su mano producirá la séptima y definitiva
extinción en este planeta. Después de no sé cuantas cervezas y ya de noche me
levanto, las dos parejas están por lo que están y los demás están en otro
mundo, así que bajo a mi hamaca. Mañana será otro día. Además uno no conoce
realmente a la gente hasta que no la ha visto borracha.
lunes, febrero 19, 2007
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3 comentarios:
Sigo en problemas. Capítulo 9 /11... rastreo en Cortázar a cuál te referías casi como si fuera una cuestión de honor.
Gracias por pasar por mi Tieregarten, de todas formas sabemos que la intimidad está en otro lado.
Un beso y deseos de buena salud
(ah, el comment ya fue admitido)
Más bien me recuerda al capítulo 64, cuando Oliveira besa a Pola:
«consiguió dejar de pensar, consiguió por apenas un instante besarla sin ser más que su propio beso.»
glups,
a ver si tengo una edicion de rayuela única, a ver si lo he confundido con el salmo de los reyes...
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